domingo, 20 de abril de 2008

mi cabeza es una película con música de mccarthy. el cubano gordo que está sentado frente a mí. la chica de ojos hundidos y cansados que está a su lado. ella tiene las uñas descuidadamente pintadas de negro. él mira por la ventana y tiene una virgen de oro en un colgante. yo intento leer pero a veces me siento líquido por dentro y tengo que concentrarme fuerte para no cagarme encima, apretando mucho los dientes y los muslos. supongo que estoy nervioso. el día, a pesar de todo, es tremendamente azul

mccarthy, pop antes de stereolab. a mi izquierda, dos chicas comen manzanas verdes y grandes. a mi derecha, un chico come las patatas de su menú completo de mcdonald's. el aire se llena de olor a grasa frita. habla con una chica morena que vuelve a casa porque sus compañeros de piso desaparecen durante el fin de semana. a ella le da palo quedarse sola en la capital. a mí me encanta estar solo, de hecho, todos y cada uno de los movimientos que hago —y sé que suena contradictorio— son para estarlo cada día un poquito más, confortablemente uno mismo

unas guitarras sencillas y hermosas, una voz que enamora, así es mccarthy. antes de la chica de ojos hundidos y cansados, otra chica que se acomoda con la intención de estudiar un ratito en el trayecto. un chico por el pasillo se acerca hasta ella, que sonríe sorprendida ante la coincidencia. él la besa en la cabeza y ella le besa las manos con ternura. él propone buscar un sitio para sentarse los dos juntos. ella coge sus cosas y se alejan, cambiando de vagón. él tiene la sonrisa bonita y los dientes grandes. ella es muy joven y tiene las caderas anchas. se han querido en algún momento antes de hoy. intento imaginar cuándo y sólo se me ocurre una fiesta de fin de año. después, viene la chica de los ojos hundidos y se desploma en la butaca, olvidándose, con la mirada perdida en algún sitio al fondo del vagón. la imagino desnuda y la abrazo instintivamente. en mi película, la casa es luminosa y ella huele bien. me resisto a pensar cerdadas porque sé que nunca podría hacerla feliz