sábado, 5 de abril de 2008

hace calor en la oficina de correos. coches aparcados en doble fila en una calle de cuatro carriles. el latido amarillo de los intermitentes. enfrente, un gran supermercado y naves industriales. un tren de lavado de coches. también una gasolinera. es un sitio feo y sucio para vivir. mientras espero mi turno, pienso en la privatización del servicio postal. pienso también en comprar el periódico y sentarme en un banco a leerlo. en el parque de la calle balmes hay viejos y niños. hace sol y noto una gota de sudor que baja por mi pecho. enviar mi carta ha costado un euro y dieciséis céntimos. subo pesadamente la calle cot y al llegar al cruce con calvari, siento que ya no sé a dónde ir. estoy exactamente en mitad de ninguna parte, con todo finalizado pero sin nada que empiece de una manera real