miércoles, 9 de abril de 2008

diecisiete minutos y treinta y cinco segundos. al otro lado del teléfono, ana tiene voz de aurora boreal, así, simplemente bella. las ganas de verla, de rozar sus dedos y ver cómo estalla —porque estallará, aunque sea poquito a poco—, alcanzándome de lleno la onda expansiva, dibujan un ovillo que no se deshace fácilmente y que es tan amenazador como cálido si respiras de él