martes, 15 de enero de 2008

salir de la cárcel, cuando hablamos del monopoly, es sencillo. esperar unos turnos o tirar unos dados o comprar una carta de esas que tienen la libertad bajo del bracito. algo así era. mientras, puedes mirar, pensar, especular. no es herrera de la mancha, no

salir de la cárcel, cuando hablamos de esa cárcel invisible que, aparentemente, no tiene barrotes ni guardianes ni muros, es infinitamente más difícil. no es una queja, no. és sólo una constatación. allí siempre acaba haciendo frío aunque el sol te ciegue en la playa

(a pesar de todo, el día fue bien. la cosa pesada de trabajo se fulminó sobre las doce y, a partir de ese momento, ya tuve algo de tiempo para irme. nadie lo vio —yo seguía en mi supersilla, tosiendo y tarareando canciones de cuando en cuando— pero me fui. fue, por así decirlo, una fuga a tiempo parcial)