viernes, 11 de enero de 2008

eran días de esos en los que nos bañábamos en la playa en ropa interior, días fríos y llenos de niebla hasta casi las doce, con la marea tan baja que parecía que tenías que ir a áfrica a bañarte. sentados en la arena, nos reíamos casi de todo, empezando por lo pesado que me pongo cuando empiezo a quejarme y esos guiris y el vigilante y el camarero de ayer por la noche, qué pocas ganas

a mí me encantaban tus bragas negras, esas que nunca más te pusiste después de aquel verano. no hubiera dejado de mirarte nunca, pero