domingo, 18 de enero de 2015

(quedan apenas unas horas para que la vida en la tierra se extinga para siempre y ahí estamos nosotros, la madre de las dos niñas pelirrojas con síndrome de down y yo, recorriendo los pasillos de un centro comercial abandonado —muros de cemento y hierro allí donde joan amades situaba la puerta del infierno—, tachando con bolígrafo rojo todo aquello que necesitamos para sobrevivir y que marco apuntó en una libreta antes de desaparecer, tragado por el barro)