miércoles, 30 de julio de 2014

(escribo sobre árboles que beben de los muertos y los locos, que aprenden cómo el vuelo de millones de millones de langostas y la voz antigua y quieta sobre el barro, que temen cada uno de los días como otra serpiente ácida, afilada, que miman los cachorros del rey jorge, cómo corren, con cometas en las manos)