(howe gelb preside la mesa de las princesas, todas con vestidos floreados que disimulan las manchas de sudor, diminutas cazadoras tejanas de fantasía, la conversación encharca el silencio y el sueño, vuelvo a pensar en henry darger y en todas esas mujeres que esperan ahí a ser quemadas vivas, sonrientes, incapaces de saltar por la ventana, romperse los tobillos, salvar el corazón)