martes, 4 de junio de 2013

(una mujer en la plaza de la catedral me pide dinero sollozando, limpia, aseada, con gafas de gruesos cristales y una blusa de punto a rayas amarillas, le doy todo lo que llevo en el bolsillo, poco más de noventa céntimos, la mujer cuenta las monedas en la palma de su mano, las vuelve a contar y me dice que es poco, que necesita más ayuda, no sé qué decir, pienso en la lata de trina que he comprado al salir del uk look y entonces sí hubiera sido un poco más, un euro con cincuenta, apenas nada, si lo piensas un poco sólo es sudor frío en la nuca)

(quique está hinchado como un sapo y apesta a alcohol y me cuenta algo sobre catorce millones vendiendo jingles para la sgae, canciones para melendi o el canto del loco, algo difícil de creer cuando ves su mano derecha llena de cicatrices púrpura, una mano que suda y delira y apreta la mía al despedirse, un placer, un concierto, una stratocaster del sesenta y tres que ni por un millón)

(la bolsa con la cara de david beckham ahora está vacía en el suelo, el disco duro vuelve a estar encima de la mesa, se llama vladivostok, un lugar hermoso al que huir sin que nadie se dé cuenta)