martes, 5 de junio de 2012

(cerramos la puerta del estudio y la vida se queda allí, latiendo un poco en el suelo antes de quedarse dormida. paco y yo caminamos calle abajo; a pesar del calor, todavía llevo un jersey de viejo, azul marino, con botones de plástico; escondo las venas, escondo las manchas, finjo un plan de fuga entre todas las manzanas podridas, juego con las llaves, hablamos de todas las cosas que tiene que hacer mañana y nos reímos de gilipolleces, la vida tiene grandes planes para ti, paco, nos despedimos en la puerta del bar del centro cultural, sigo hasta la esquina, un rodeo, una casa en construcción allí donde antes había un garaje, un niño que corre en chancletas, un hombre que habla por teléfono a la salida del cajero de la plaza, una mujer de pergamino en silla de ruedas, pienso en marcel, en kenia, en la primera vez que nos vimos —yo hacía fotolitos con una repromaster; él, una pequeña revista de cotilleos—, en los años cuidadosamente doblados en un cajón, en los dedos manchados de tizne mientras la carne tarda en hacerse porque apenas hay brasas, sólo cenizas y tristeza, todas las pistas falsas)