martes, 17 de enero de 2012

(una viejita camina lentamente por el paseo arbolado a media tarde, lleva sandalias sin calcetines a pesar del frío, pantalones anchos de un color azul desvaído, un chullo en tonos café, las manos en el anorak, gruesas gafas de pasta. pienso en mi madre caminando lentamente cuando sube las escaleras de la calle sant enric, después de comprar el pan en el supermercado de la carretera. pienso en mí mismo caminando lentamente mientras intento escapar de o acercarme a, no hay nada claro en este agujero, tan sólo saltos en el corazón, salpicaduras de tinta, risas que son sólo mordeduras)

(esa mujer ocupa un instante y una explosión en mi cabeza, tristeza y barro a partes iguales. siento que le pertenezco, que algo nos une, algo que nunca conseguiré identificar y que está ahí, entre los arbustos, esperando para reírse de mí o darme la mano, para susurrarme una palabra que signifique apretar el gatillo o demoler el edificio, porque el domingo fue mi cumpleaños y el lunes me levanté con cien años más)

(soñé con carme turull, me llevaba en su moto hasta una piscina en la falda del tibidabo, había botellas que flotaban en el agua, me sumergía, les arrancaba las etiquetas rascando con el dedo)