martes, 9 de noviembre de 2010

(es sábado y son las ocho y media de la tarde. bebo una lata de cerveza que he comprado en un paquistaní que hay en ramón y cajal con montmany. en la calle se oye música, una batería, guitarras desordenadas, unas canciones que se alargan y deshilachan en una secuencia de muecas. en un primer piso, en tres ventanas con luz, unos chicos tocan. no hay más luces en el edificio ni en ese tramo de acera, si exceptuamos las tres farolas amarillentas. me quedo allí un rato con la mente en gris. mis amigos no han llegado, el heliogàbal todavía está cerrado, no tengo dónde ir, ahí está bien, ese ratito es una pequeña pausa en la que estar solo y seguro. una chica habla por teléfono unos metros más allá, los músicos dejan de tocar, abren las ventanas, apuro la lata de cerveza, no quiero pensar en nada, no podría, sólo la llama del encendedor)