sábado, 27 de febrero de 2010

las palabras no sirven. hace días que tengo las manos grises y me noto más cobarde y paralizado que de costumbre. se me acelera el corazón a puñetazos, sí, pero eso no me sirve ni para empezar a caminar —sea en la dirección que sea— ni para moverme por dentro, como un estupendo animal disecado en una habitación que nadie abre

descargo capítulos de perdidos, intentando mantener un punto de conexión, algo que me separe de la amnesia; me cruzo con gente que no sabe ni que existo aunque sus nombres formen parte de mi paisaje mental; multitud de correos electrónicos en la bandeja de entrada de mi vida; días que se despiertan fríos; vidas que podrían estar bajo ese andén, bajo ese puente, esperándome con carita de felicidad