el sábado pasamos la tarde viendo secretos y mentiras, de mike leigh, una película más que amarga para un día extraño y triste, acelerado. después vinieron mis amigos a cenar y acabamos a las tantas un poco borrachos
el domingo me levanté temprano. a las ocho de la mañana la luz todavía era azulada y el recuerdo de ese momento es algo precioso. medio dormido, desnudo, en el patio mientras lloviznaba: casi hablaría de felicidad