domingo, 18 de octubre de 2009

esa imagen no necesita de banda sonora, ni tan siquiera de sonido. madrugada. trenes de mercancías que se agolpan en una estación término, llenos de personas hacinadas. el vapor de las máquinas dibuja nubes a ras de suelo, entre las vías. no está sucediendo nada, no tiene que suceder nada

esa imagen se multiplica a sí misma, formando muros de imágenes idénticas. se bastan así, inmóviles como animales atrapados por una luz inesperada, mirando fijamente mis ojos rojos, para construir un laberinto, una ciudad asfixiante y sucia. camino por ella, con la sensación pesada de la nieve y el frío encharcando los pulmones. acaba siendo imposible avanzar, pero sólo me doy cuenta de ello cuando llego a un callejón sin salida aparente y tengo que volver sobre mis pasos