viernes, 11 de septiembre de 2009

aquí cerca hay un bar que está bien, así tranquilo, dice rosa. tomo nota mentalmente de que rosa y yo no tenemos los mismos gustos, porque el bar es una puta mierda aséptica, con mantelitos en las mesas, penumbra a la luz de velas encendidas y camareros franceses y argentinos. imagino a rosa meando en el bar de paco y no puedo evitar sonreír. porque sonríes?, pregunta míriam. estaba escuchando esta conversación, respondo. en la mesa de atrás, cuatro veinteañeras hablan de trabajo. no hay nada especialmente gracioso en lo que dicen, pero sirve como una respuesta estúpida a una pregunta incómoda, porque casi siempre que sonrío es por cosas que me están pasando en la cabeza y que tienen una traducción compleja o inexistente

nunca antes he estado en el romea, de hecho, voy muy poco al teatro. pese a ello, el carácter provinciano de una ciudad como barcelona hace que sea fácil encontrar gente conocida. no hablamos de famosos, que alguno hay, sino de gente anónima que para mí sí tiene significado, como ese tipo bajito y calvo que siempre está en los sitios, en todos los sitios, el de las gafas modernas. o montse, que está igual a la última vez que la vi, en la estación de clot-aragó

(ahora montse no me besará porque está acompañada de un chico con unas nike rojas y un chándal gris. por eso y porque han pasado mil años. por eso nos miramos y no decimos nada porque no hay nada que decir. la vuelvo a mirar varias veces más en los diez minutos que faltan hasta que empieza la función. ambos en la fila catorce, ambos en el lado del pasillo. puta mierda. es increíble la cantidad de cosas que soy incapaz de olvidar: la cabeza como un desguace a medianoche)

urtain, el último trabajo de animalario, es sencillamente fascinante. qué he hecho yo para que todo lo que hago sea tan sucio?, se pregunta un roto josé manuel ibar en el ring que hace las veces de escenario. sus palabras me encogen el corazón, me dejan sin palabras. ven, acércate, te voy a enseñar cómo funcionan los juguetes rotos, te voy a enseñar el despiece del carnicero, el trabajo del matarife, te voy a

viernes como domingo porque hoy es festivo. mañana sábado y después, otra vez domingo. impresionante sucesión de días y de ruidos