domingo, 5 de julio de 2009

(la felicidad se extiende hasta el centro comercial en el que haremos la compra. el eroski no parece el infierno aunque lo sea. en todo caso, es un infierno amplio y luminoso, lleno de criaturas sanas y sonrientes. míriam compra rooibos de dos sabores diferentes —naranja kalahari y menta verde— en el tea shop y un montón de tupperwares en la casa. también un miniexprimidor de limones que parece de juguete. miro camisas y a todas les encuentro pegas. lo mejor del día es la sensación de anonimato que uno tiene allí, arrastrando un carro metálico lleno hasta arriba de cosas que acabará cagando)