miércoles, 10 de diciembre de 2008

a través de la ventana la llovizna cae sin caer, llenando el aire de destellos plateados. en el edificio de enfrente no hay luces encendidas. somos las únicas personas vivas en el mundo a las nueve de la noche. respiro fuerte, doblo la manta del sofá, enciendo el móvil, cambio un par de veces de canal, pienso en la chica rusa de esta mañana en el restaurante. no siento deseo. me he arrancado la polla de cuajo y la herida me cicatriza en el corazón

(aquí soy feliz. no tengo que fingir ningún papel en especial. tampoco tengo que hablar si no me apetece, ni estar haciendo cosas continuamente para darle un sentido a mi vida. aquí sé que puedo sanar)