lunes, 24 de noviembre de 2008

un puñetazo, dos, tres, veintitrés. la muerte del esquiador se mezcla con el cielo azul sin nubes, con el frío en la cabeza vacía, con mis tripas rotas, con los cinco amarillos diferentes en un mismo documento, con un montón de recuerdos que me unen al esquiador a través de la sonrisa de su hermana pequeña