sábado, 15 de noviembre de 2008

me gusta beber. el alcohol me enferma la cabeza. creo que lo he dicho más de una vez. conversaciones que giran alrededor de temas recurrentes, cervezas que mejor apúntamelas y mañana te las pago, tino, la mierda de música a pesar de los thee michelle gun elephant, la cara de sueño de javi linares, bostezos como el canal de panamá. una cerveza, dos, tres, cuatro, cinco, cóbrate seis o siete, tanto da, el bar de siempre y después el buda, cualquier agujero para

(un último latigazo de vida: allí, con xurru, en el bar más sucio del mundo está xantal. una conversación patética que me orienta en esta especie de agujero, su madre está en casa, meses lejos de aquí, ganas de darle por el culo, que me la chupe, la llamo, está durmiendo, mejor mañana, otro día, cualquier sábado que signifique alejarse)

(tengo una colección de novias que se deshacen en una rutina gris que las solapa unas a otras, desvaneciéndolas. me gusta beber. mañana no sé cómo será, pero hoy es el mejor día del mundo, sí. intento no pensar en lo que significa un coño más. soy de esos borrachos que llaman a las tantas mendigando cualquier mierda)

(qué horrible. me siento la peor persona del mundo por utilizar así el cuerpo femenino, rajas rosas llenas de pelo como carne triste sobre la que derramarme. sólo soy un latigazo más triste que la san puta, más que todas esas luces de neón)

(qué horrible, me da lo mismo, mejor dejar de pensar. buenas noches)