martes, 14 de octubre de 2008

guardo una fotografía de color sepia en el bolsillo de dentro de la cazadora negra. en ella se ven tres niños de pie, con máscaras, en un talud de tierra. hay una casa detrás, quizás un cobertizo. al pie, un lugar y una fecha, kulmhof, mil novecientos treinta y cuatro. la fotografía es lo suficientemente borrosa como para no distinguir apenas nada más que eso. quizás una de las máscaras tiene las mejillas pintadas, no sé, no puedo estar seguro

tengo una entrevista de trabajo y estoy cansado. miro la fotografía mientras espero en la salita. no sé por qué la tengo, pero sé que es valiosa, algo importante para mí. olor a insecticida. plantas de plástico. una mesa de cristal con revistas. sonrisas en las portadas. vidas en papel satinado. silencio absoluto. repaso mentalmente lo que debo decir para no olvidar ninguna de las mentiras. preguntas y respuestas, suena el despertador

(en el documental de ayer noche, eva braun se exhibía sonriente ante las cámaras en escenas de absoluta cotidianeidad. un cuerpo bonito y acogedor totalmente ajeno a otros cuerpos que se convierten en humo, que se pudren en fosas comunes llenas de gritos mientras ella baila y juega, como una niña grande y ruidosa)