domingo, 12 de octubre de 2008

el olor salado del sexo entre mis dedos. una cena en el bar de siempre con un montón de personas que me dan lo mismo. el cumpleaños de albert, de sandra, de montse. estoy totalmente fuera de lugar. regalos ridículos y pizza de la que hace tino. apenas hablo. bebo cocacola y cerveza sin alcohol. todo es inaguantable sin alcohol dentro de uno. la sangría chorrea en la mesa cuando la sirve núria. isaac lleva corbata. explica su viaje de novios a egipto haciéndonos reír con sus gilipolleces de tío con boina. maría y vanessa se enseñan las barrigas a punto de estallar. se hacen fotos que después colgarán en su puto facebook. jose me abraza y deja en mi pecho un olor precioso, radiante. alba me besa la mano al despedirme. en la esquina de las calles monturiol y estrella hay una paloma muerta junto a la acera. su cuerpo está frío y duro. las plumas se desprenden con facilidad. al llegar a casa pongo el móvil a cargar. no tengo nada de sueño, nada de

(jörg haider, el fascista, se deja los sesos en una carretera en las cercanías de klagenfurt. me alegra su muerte, la verdad. de una manera automática, trazo una línea que une su muerte con la de urruti y el balanceo de fraga al caminar. buenas noches)