lunes, 8 de septiembre de 2008

esta semana será más corta de lo habitual. jueves fiesta y viernes puente. más allá, un páramo por el que morirse de asco hasta el próximo fin de semana largo, hasta la siguiente posibilidad de seguir respirando esperanzas

cerveza sin alcohol y una mesa llena de gente unida por la boda de nuestro amigo, algo que promete convertirse en mi monotema de aquí al día veinte. hablar de regalos, de dinero, de quién sí y de quién no, de y de y de y de. el cansancio como una losa. no sé qué pinto allí. a muchos de ellos los aprecio y los quiero de alguna manera, aunque sea de esa manera simple y ridícula en que acabo queriendo a la gente que me rodea, sin compromisos, sin apenas confianza. los toco, nos reímos, nos miramos, pero es algo que noto que estoy haciendo sin creérmelo. la suma de todos nosotros debería conformar una especie de nido de confortabilidad en el que sentirme seguro. por el contrario, la sensación que tengo ahí, con la mesa llena de botellas y conversaciones dispersas, es de absoluto desamparo y urgencia, urgencia por salir de allí y volver al único útero que conozco, las sábanas sucias de mi cama con la televisión puesta en mute