miércoles, 9 de julio de 2008

acabo de despertar. toda la tarde durmiendo en un charco de penumbra. la muerte de sergio algora, treinta y nueve años y un corazón que se rompe de madrugada. un cuerpo dulce y amable que sepa siempre quién es su dueño. la letra de una canción en la cabeza. después, una persiana bajada y un periódico abierto encima de la mesa. camino descalzo por el suelo más frío del mundo y cojo el teléfono

(hablé con bego un ratito después de comer. todo es fácil cuando sonríe. cada vez me cuesta menos imaginar su cara, su sonrisa. eso es una buena señal, supongo)