lunes, 2 de junio de 2008

las palabras se quedan en la espuma que se secará en el fondo del vaso. el olor a cerveza negra y la música de barbra streisand remezclada por un hijodeputa. mesas de madera, cuadros que se me antojan viñetas de una aventura colosal. nos miramos. pienso en julio verne y en arne saknussemm. estoy —estamos— a salvo aquí, aunque ahí fuera sea el puto infierno hecho ciudad. viaje al centro de la tierra

(antes de ese momento he odiado a media humanidad. a la chica que tenía detrás de mí en la cola del fnac y su conversación telefónica. a los dos que tenía delante —ella era pelirroja y con cara de haber fumado demasiado, con los ojos muy juntos. al chico alto que esperaba ante otra caja, maricón perdido. a la señora que estaba detrás de él, con unas sandalias de tacón alto un número más pequeño. a la chica que conozco de vista y que ha entrado curioseando en las revistas. es mi turno: pido, sí, pago. guardo las vueltas en el bolsillo y salgo a la calle mientras escribo un sms. no sé cómo he llegado hasta aquí)

las palabras se quedan en la espuma y en su lengua y en sus ojos. apenas sé qué decir. todo lo que me sucede —nos sucede— es como un choque de trenes, algo que no se puede evitar por una mera imposibilidad física. reímos, caminamos, nos despedimos, se me encoge el corazón. otro día más se vuelve ceniza. además, la muerte de mike keppler me ha jodido vivo)