martes, 8 de abril de 2008

he pasado los últimos diez minutos de mi jornada laboral mirando horarios de trenes y de autobuses. tengo una necesidad enorme de largarme de aquí y da igual a dónde. me pasa periódicamente, eso de querer huir. después de eso, he apagado los ordenadores, las impresoras y las luces. he cerrado las dos puertas y mientras bajaba las escaleras me ha dado por pensar en que el aire en la calle era deliciosamente gris, como cargadito de lluvia. me hubiera encantado un diluvio y poder mirar hacia arriba para que me cayeran las gotas en la cara

(hace días que recojo el agua fría de la ducha en un cubo azul celeste realmente precioso. unos diez litros que, sumándose, sirven para regar las plantas. viene el desierto con tártaros escondidos en sus noches)