jueves, 3 de enero de 2008

ya no llueve. no tengo planes para mañana. me apetece follar la noche entera. sé que, llegado el momento, querré estar solo, yo con mi microondas, yo con mi ordenador, yo con mi televisión, yo con mi teléfono, yo conmigo mismo y con mi millón de recuerdos, demonios y fantasmas. así es difícil follar. es como ir por la vida con una ristra de ajos colgada del cuello. o con un crucifijo en el bolsillo. he estado con daniel esta tarde. se me caían los ojitos y también las palabras, con un tintineo amarillo que no hace presagiar nada bueno. iría al médico y le diría: señor médico, no sé qué me pasa, pero cada vez hablo menos y peor. es como si tuviera la cabeza pegajosa y resplandeciente por dentro. puedo hablar durante horas sin decir nada, siempre las mismas estructuras de palabras ya dichas con anterioridad. son frases de político, frases que no quieren decir nada, frases que son lejanas y llenas de aristas y que no comunican nada. qué puedo hacer, señor médico? qué puedo hacer, daniel?

quizás sea cuestión de unas pastillas, unas que tapen con cuidado los agujeros esponjosos que se me hacen en la cabeza a cada paja que me hago