lunes, 7 de enero de 2008

sueño. vivimos debajo de un árbol negro y infinito. hay una gasolinera cerca. nos comunicamos con notas que dejamos en las ramas. letras de colores sobre papel blanco, sucio de cemento. te enredas en mi pierna y yo me enamoro más y más de ti. suena el despertador. tomo las pastillas. vuelvo a dormir un rato más, buscando respirar un poco de aire frío

un instante antes de, me veo a mí mismo dentro de treinta años como un patético consumidor de prostitución tardoadolescente, buscando en cada abrazo a la hija que no tendré