jueves, 17 de enero de 2008

se me hace un nudo en la garganta si pienso por un instante en la cantidad de cosas que tengo a mi alrededor, orbitando como basura espacial. los ojos de esa chica, sus poemas, la montaña de trabajo y de dibujos a plastidecor que tengo que hacer mañana, la música que no quiero poner ahora, lo triste que es hacerse una paja por costumbre y no por necesidad del calor de otra persona (en la foto, ella abre la boca y me enseña, sonriendo, un mar blanquito. yo me acabo así, con lo que no me gusta)

tengo que salir ahora. por fin cobraré los casi seiscientos euros del diseño de aquel logotipo que me ocupó algunas noches hace un tiempo. ha sido imposible cuadrar una fecha antes. siempre que tú puedes, yo no puedo, y viceversa. de todas maneras, está bien que sea hoy por fin: tenía el contador del dinero casi a cero. será una visita informal, con los niños correteando por la casa y nosotros hablando de pormenores técnicos en el sofá del comedor (es de piel y rojo fresa. parece una llaga gigante). me distraeré en algún momento: por la ventana se ven las luces lejanas de la autopista y sé que me sentiré en algún sitio así, a diez horas en coche del próximo árbol (siempre me pasa)

en el correo electrónico, una pregunta: has pagado por sexo alguna vez? claro, siempre se paga