lunes, 19 de noviembre de 2007

un frío que no es de este mundo, que viene de lejos, de cuando entraban en tu casa y te mataban a los hijos sin que pudieras hacer nada para evitarlo. un frío que te humedece la ropa, que te hace estar mareado todo el día, mareado y encogido, con pinchazos en los pies, con la espalda llena de calambres, con la nuca rota a puñetazos, con la nariz llena de gasóleo. un frío que te rompe el corazón y los cojones a patadas, que te cansa, que te quita las ganas de vivir, que te dice que te tires al suelo y te duermas para siempre, hasta mañana, hasta esta tarde, hasta hace diez minutos, hasta dentro de una vida. y despertar en primavera, cuando ya haya pasado todo y sólo haya un millón de banderas rojas ondeando allá a lo lejos