sábado, 11 de octubre de 2014

(y la ciudad era la misma ciudad de hace una semana, subterránea, negra, húmeda como el vientre de la única ballena, con todas las escaleras desembocando en un aparcamiento gris y tembloroso, desafiando las leyes de la física a tres kilómetros de profundidad, imágenes pixeladas de una cueva caliente, una mina de carbón donde no despertar nunca, sueño dentro del sueño dentro del sueño y de la vida que el exilio me envuelve)