miércoles, 25 de junio de 2014

(escaleras, pasillos, puertas cerradas, pomos siempre calientes, opacidad y oscuridad. acaricio la cabeza calva del hombre más poderoso —gafas sin montura, arrugas marcadas, discreta raya diplomática— mientras llora las tragedias de sus hijas sobre la mesa de caoba. pienso en prótesis mamarias y en el olor a humo monroe de mi ropa, imposible de disimular ante la mujer que amo y que me espera cuando deje de despertar una y otra vez, sonriendo con la boca llena de semen y la luz del sol)