sábado, 15 de febrero de 2014

(una mujer baja en bicicleta por la carretera de l'arrabassada, la rueda trasera empieza a hacer extraños hasta que el neumático se sale, ella frena, yo tiro botellas vacías en un container, carles rovira está a mi lado, pienso que si en algún momento de mi vida tuviera que decir el nombre de alguien realmente importante, diría el suyo, en ese momento el cielo se llena de aviones que caen a plomo sobre la ciudad de barcelona, primero uno, después otro, después todos, despierto)

(tengo dieciséis años y entre clase y clase salimos a fumar al rellano del segundo piso frontal; nuestra aula es la del fondo a la izquierda. carles rovira sube las escaleras desde el primer piso, camina muy pegado a la pared del pasillo y tiene una paciencia infinita con nosotros, un enjambre de humo y carne humana sin el más mínimo interés por wittgenstein, amén)