viernes, 28 de febrero de 2014

(en la calle balaguer, a la altura del número veinticinco, hay un agujero de cincuenta centímetros de profundidad, cemento y hormigón y arcilla roja rodeada por torpes vallas azules y viejos que discuten con pasión de ingeniero sobre el color de la tierra y las antípodas y cómo desde hace días y cómo nadie quiere)

(en la calle balaguer, a la altura del número treinta y tres, en el alféizar de una ventana a pie de calle, una dentadura postiza sobre una servilleta de papel, húmeda, rosada, latiendo como un coño huérfano)