viernes, 10 de enero de 2014

(en el piso de arriba del restaurante de la playa de benicarló hay un arcón frigorífico donde guardan sacos de plástico con mujeres jóvenes, con lombrices gruesas como sogas, las secuestran en el piso de abajo, se las dan a los retrasados y a los testigos de jehová cuando vienen a comer con sus familias, el resto del tiempo rezan de rodillas por la salvación de su alma junto el muro del ambulatorio)

(es algo que sabe todo el mundo y todo el mundo calla, como un gran secreto que nos une, un trabajo que debemos mantener a cualquier precio. cortamos el morro de los perros para secarlos y guardarlos, dice la mujer gorda, como un amuleto que ayuda y protege. yo arrastro un saco con tierra, levanto la tapa de la nevera, hay un gruesa capa de escarcha sobre un montón de pequeñas cabezas humanas, es entonces que despierto)