sábado, 18 de enero de 2014

(el hombre que habla conmigo sin que pueda ver su rostro ahora es un buen ciudadano que pide perdón: cuando era joven me encontraba perdido, gritaba, robaba coches, los hundía en el lago sólo por el placer de verlos desaparecer, uno, dos, tres, cuatro, escucho con atención, cinco, seis, siete, todos buenos coches alemanes con asientos de piel y motores caros de porcelana, tenía amigos y eran como los tuyos, dice, nos pintábamos la cara de azul noche, enseñábamos los dientes, clavábamos cuchillos, éramos demonios como hodell, despierto, un año masticando mierda)