(la chica me mira desde la variant, hoy hace de paquete del más alto del grupo, el que siempre lleva las gafas de sol como una diadema, farloperos y yonquis, todos amigos de esther, mi primera novia, la paciente cero de todos los contagios, hoy tiene el pelo recogido con un pañuelo de lunares a juego con la blusa azul, se pasan la tarde en el verás mañana, el bar de emilio el gordo, el que se folla a su perro, el que habla demasiado, el que trafica con todo, el que respira como si en lugar de nariz tuviera un oleoducto atravesando el desierto de su puta cara a toda velocidad, ahogándose, tosiendo, garganta y pulmones como sacos brillantes de moco y alquitrán)
(han pasado veinticinco años y ahora nos miramos, ella sonríe mientras escribe en el móvil, imagino su vientre veteado de cicatrices, pienso en sylvia plath, en maría ramos, en todas las mujeres que conozco dando a luz, la plaza está llena de niños, madres y padres que disfrutan de una existencia despreocupada y sudorosa, una bolsa de plástico llena de latas de bebidas energéticas, un cachorro como un corderito marrón, nervioso, saltarín, la vida entera pasándome factura)