jueves, 24 de enero de 2013

(sueño que apenas tengo dinero en el bolsillo y soy mucho más joven que ahora y quiero comprar algo y no sé el qué, cualquier cosa que me haga feliz, y paso todo el tiempo sentado en una zapatería, incapaz de moverme, viendo como todo cambia a mi alrededor y ahora venden ropa, pantalones vaqueros, camisas, zapatillas, pequeñas ruedas de skate y la dependienta que se maquilla demasiado tiene una risa escandalosa y no me atrevo a salir ni a volver)

(ahora camino por la calle hospital y no encuentro la puerta en la que entra la llave que llevo en el bolsillo, esa debería ser mi casa)

(ahora estoy en el coche y tengo que conducir —algo recurrente: un vehículo pequeño, sólo dejarme llevar y todo sale bien, siempre sale bien— pero esta vez algo se descontrola en el semáforo de la avenida primavera y provoco un accidente y un hombre es arrollado en su pequeña moto por un camión viejo, de esos redondos y oxidados. el hombre tiene hijos, dos gemelos suecos de doce años que ahora vivirán conmigo y mi extraña familia de viejos maricas que abusarán de ellos vistiéndolos de niñas en las fiestas y obligándolos a lamer los culos del peor de todos, el abuelo en silla de ruedas, a pesar de sus llantos y sus caritas de asco y pena, espectáculo al que asisto con horror y fascinación)