domingo, 8 de enero de 2012

(un submundo de chusma que lleva mil años muerta, aguantando el equilibrio con una cerveza en la mano y los días hechos ropa sucia. bebo quintos de cerveza con iron, hace cien años que no nos vemos, vive en la gomera, ha vuelto para trabajar dos meses soldando depósitos en el puerto de barcelona, me enseña fotos de su hija en un móvil que maneja torpemente, se llama ainara, nos hemos encontrado por casualidad —la misma casualidad que me cruzó con andrés el mudo hace unos días, el mismo paisaje desértico, la misma conversación acerca de la nada— y una palabra nos lleva a otra y así, la puerta se abre y entonces las llamas y las dunas)

(tomás y germán el del camión y los hermanos mancha y miguel ángel y angelito y pedrín el de correos. también la gentuza del boxeo y los motoristas del domingo. son galápagos, dice iron, seres perpetuos, lentos, resistentes, desafiantes a días de pastillas, farlopa y alcohol, risas huecas y dientes podridos. alfredo lleva desde el jueves sin dormir y los ojos son dos manchas borrosas, los bares se cierran y siempre queda la casa de alguien, los bares se vuelven a abrir y el sol empuja a las tortugas a sacar la puta cabeza de la cáscara, a arrastrarse aquí y allá, a volver empezar porque es la casilla de la muerte, se le cae al suelo un trozo de tortilla de patatas con sabor a fideos chinos, iron ríe, fuego camina conmigo, ponte dos quintos más, no, tres, elige tú la tapa)

(antes de eso soñé que venían mis amigos y salíamos a cenar y había gente que no conocía o que conocía vagamente y era una tarde de domingo animada pero no me apetecía quedarme, tampoco tenía dinero, me despedía, una mesa redonda con una lámpara redonda colgando del techo como una luna de cristal blanco y a todos besos, a todos la mano, míriam estaba allí y no la había visto y sentía pena, daniel me acompañaba en coche, estábamos en una casa de piedra encima de una montaña, la carretera serpenteaba por el paisaje desnudo, no había árboles, tan sólo precipicios a los que el coche se asomaba, casi parecía que conducía en el aire, sentía miedo, despertaba, tristeza y incienso y mirra)