martes, 28 de junio de 2011

sueño que trabajo en el estudio de pati núñez, llego antes de que haya nadie, la puerta está abierta, hay unas escaleras que bajan y un sótano y david cavando un agujero enorme, es una fosa común, digo, será una piscina, responde, esta noche celebramos el cumpleaños de enric —su hijo de seis o siete años, ocho, no recuerdo—, vendrá mucha gente, tú también tendrías que venir, te ayudo con la pala

cavamos y cavamos y va llegando gente, padres, madres, sus amigos, los míos, también yonquis desnudos con la cara pintada de rojo con arcilla, yonquis que tiemblan al lado de una máquina tragaperras, yonquis vestidos con tutú y con los brazos deformados en un callo, yonquis que conozco desde siempre: allí están javi y la gentuza del bar de emilio, el sevillano, josé ginés y el caratrueno, no todos los nombres pero sí todas las caras, javi tiembla porque tiene frío, en cuclillas, abrazándose

despierto un millón de veces durante la noche, tengo fiebre, me duele el cuerpo, estoy quejica, me escondo, necesito una manta, es martes, mear, etcétera