miércoles, 8 de junio de 2011

otra vez cerezas en el cuenco de la fruta, unas cerezas grandes y rojas, casi negras, me lavo los dientes y escupo diez veces toda esa mierda mentolada que se me junta en la boca y no sé cuándo parar y tampoco sé cuándo afeitarme y pienso en la última vez que toqué la guitarra en público y toda esa tensión cargándome la espalda y los pies torcidos y las ganas de estar solo en el centro de un desierto

volver a casa lanzando las llaves en un péndulo que no quiere caerse nunca al suelo, el chasquido de las llaves en la palma de la mano, perfectos chasquidos silenciosos, tarados chasquidos que cuelgan o se desordenan, que vibran más de la cuenta, hacerlo cien veces al día, el llavero gris que me regaló raquel antes de desaparecer