viernes, 13 de mayo de 2011

bucles de nueve horas más o menos justas, lentos y dormidos; bucles de dieciséis minutos llenos de lágrimas; bucles de apenas cincuenta y cinco segundos brillantes de amor; bucles asfixiantes, norias, tiovivos, la puta parada de los monstruos, otro salto más, para la caída en viernes

me viene a la cabeza una película de werner herzog, stroszek. me he descosido demasiado en estos últimos días y ahora no tengo cojones para juntar todas las putas piezas, tanto retal, tanto hilo triste, tanto patchwork de miserias y ilusiones. bruno s. toca el piano, claro de luna, de beethoven. una puerta abierta y bruno tocando el piano, una imagen borrosa, otra más, bruno con mitones y barba de meses. soy un papel cortado a trozos minúsculos, fotografías confusas de algo que realmente no ha sucedido nunca, despertar a medianoche vagamente empalmado, vagamente tenso, vagamente harto, vagamente páramo

bucles en el trabajo, en todas las conversaciones, en la desidia con la que acabo haciendo las cosas, bucles al escribir y mezclarlo todo, al saltar, al correr, al caminar, bucles al comer y al lavarme los dientes, al poner periódicos en el suelo mojado, al buscar una foto sucia que me haga estar menos solo, al pelearme con el insecticida, el incienso y el jamón en dulce, al dejar de respirar aunque sólo sea por ver un antes y un después, bucles al decir te quiero, al arrancarme el corazón