martes, 26 de abril de 2011

(sueño un edificio en llamas, en el piso ochenta y tres hay que saltar por encima del hueco de la escalera, uno tiene que balancearse agarrado a la barandilla que cuelga del piso de arriba, agarrarse fuerte, balancearse, contar hasta tres y saltar, miro hacia abajo y siento miedo porque es un pozo de aguas negras y brillantes, me dan miedo los pozos, siempre me lo han dado, es casi como si hubiera algo maligno esperándome ahí abajo, suena el despertador, fantasmas japoneses saliendo de la sopa gris de la pantalla)

(ayer estuve viendo una película de catástrofes, el coloso en llamas, de john guillermin y irwin allen, todo viene de ahí, de esa parte en que paul newman rescata a una familia y lo junto con algo que leí sobre alguien que murió ahogado en un pozo o una fosa séptica o algo así, quizás una riada, no sé, no recuerdo, tenía ocho años, mis recuerdos de esa edad son todos una puta basura. sueño también que bebo vodka negro en un pueblo en que el que todo el mundo está esperando que sean las doce de la noche. sueño con música electrónica y movimientos desencajados y sudorosos, agosto en mitad de la nada, la vejiga tensa y amarilla, el corazón del monstruo que sonríe)

(me masturbo al llegar a casa, paso el día sin apenas trabajo en el estudio, mi desidia es total, mi apatía es total, nada de lo que sucede parece importarme, cero iniciativa, sólo obediencia y silencio, la ley de los mínimos exigibles, la huida interior, martes como la mancha en el asfalto de las carreteras perdidas, la polla húmeda, pienso en raúl corriendo detrás de la pelota, pienso en sus cinco hijos, en sus inviernos quitando la nieve del jardín con una pala que ya estaba en el garaje, pienso en toda la gente que abarrota las gradas en un partido de fútbol, no pienso en nada porque mi cabeza es un agujero de tiempo desperdiciado y suena el teléfono y es les, que dónde veremos el partido mañana, las amistades perfectas y blandas en el sofá de su casa)