lunes, 14 de marzo de 2011

se adivina un horizonte apocalíptico detrás de las imágenes del tsunami, una ola negra y espesa que todo lo arrastra, el nikkei a tomar por culo, las mentiras sobre lo que sucede en el vientre de un reactor nuclear. me masturbo para acabar con la tensión del día, reflejándome en la distorsión colorista de todas y cada una de las imágenes sucias que he ido colgando en el blog desde hace unas semanas, bocas, pollas y asfixias que no tienen más propósito que definir —pintar los límites de blanco, el terreno de juego, las líneas que todos deberíamos respetar— un estado de ánimo cambiante y contradictorio. utilizamos la metáfora recurrente de las muñecas rusas porque siempre hay una sorpresa más dentro de uno, pero hoy todo resulta demasiado lejano como para eso: me siento viejo y viejo es vacío, respondo las llamadas perdidas, hablo con daniel, me esfuerzo en aparentar normalidad, obviándome en el tono de voz adecuado y reduciendo la conversación a cuatro chistes sobre el oro de moscú por una serie de cosas que ahora no vienen al caso, hablo con pol, con isa, vuelvo a apagar el teléfono, mi hit personal, la canción que siempre suena