miércoles, 9 de marzo de 2011

rudolf höss, comandante de auschwitz, escribe en su informe para los jueces polacos antes de ser ahorcado el dieciséis de abril de mil novecientos cuarenta y siete, un miércoles: mis hijos siempre se divertían con algo, ya fueran tortugas o martas, gatos o lagartos, siempre había algo nuevo y interesante en el jardín

(dos chicos y tres chicas, nacidos entre mil novecientos treinta y mil novecientos cuarenta y tres: ingebrigitt, klaus, hans-rudolf, heidetraut y annegret, sanos y bien alimentados cachorritos arios)

rudolf höss, un buen nacionalsocialista, añade: mis hijos chapoteaban en verano en la piscinita del jardín o en el río soła. su mayor alegría consistía, sin embargo, cuando se bañaban con su papá. él diponía de tan poco tiempo para las alegrías de sus hijos... yo siempre pensaba que debía estar continuamente de servicio

(nótese cómo habla de él mismo en tercera persona. el papá es un personaje distante pero sólo es una falsa alarma: el comandante vuelve, había tantísimo trabajo)

(rudolf höss en sus memorias redactadas en prisión: por voluntad del reichsführer de las ss, auschwitz se convirtió en la mayor instalación de exterminio de seres humanos de todos los tiempos. que fuera necesario o no ese exterminio en masa de los judíos, a mí no me correspondía ponerlo en tela de juicio, quedaba fuera de mis atribuciones. si el mismísimo führer había ordenado la solución final del problema judío, no correspondía a un nacionalsocialista de toda la vida como yo, y mucho menos a un führer de las ss, ponerlo en duda)

victor capesius, el farmacéutico de auschwitz, durante su juicio en göppingen: la capacidad de las piras en los bunkers era ilimitada. en el verano de mil novecientos cuarenta y cuatro, durante la deportación de los judíos húngaros, los ss pusieron por ello de nuevo en funcionamiento el bunker ii. entonces se podía matar y incinerar diariamente hasta veinticuatro mil personas. la ceniza de los muertos servía de abono para los campos, para desecar zonas pantanosas o simplemente se vertía en los ríos o estanques de los alrededores. sobretodo, en el río soła, que pasa junto al lager