jueves, 3 de marzo de 2011

la calle huele a humo, intento estar bien, chispea, no llevo paraguas, compro sellos, una carta en el buzón de la plaza, postales casi cada día en mi buzón, vivaldi en el itunes, el cielo color pizarra, los libros que se quedan sin leer, al corazón sí le puedes arrancar todas las páginas

sueño que daniel tira fuerte de una cuerda, está enganchada a un muro, noto su esfuerzo, lo hago por ti, me dice, toco la pared húmeda de musgo y despierto

sueño con una cama deshecha en una casa que no conozco, una niña duerme entre las sábanas, me acurruco a su lado, empieza a hablarme, me hace llorar, las cortinas se escapan por la ventana abierta y no parecen tener fin

me distancio de mis amigos. todo el mundo parece tener recetas para mi felicidad —mi vida tiene que ser un engranaje rítmico y estable: deberías portarte bien, ahora que ya casi te teníamos— y yo sólo quiero que me dejen en paz o algo así