lunes, 7 de febrero de 2011

los bolsos grandes albergan grandes planes. falda, medias, abrigo cerrado, zapatos de tacón, toda ella es color negro, delicada como una blythe de cincuenta años, rubia, bonita, con la cabeza ancha y rasgos finos, me resulta llamativa, labios pintados de rojo, alguien la está haciendo esperar, entra al bar, mira detenidamente, como si no conociera del todo a la otra persona y necesitase un plus de tiempo para examinarla, sale y vuelve a esperar en la calle, entra de nuevo y se sienta en la barra, pide una copa de cerveza, me da por pensar que es una princesa rusa, una anastasia cualquiera un sábado a las seis de la tarde, bebo café con leche mientras llega juank, me fijo en las mesas que me rodean pero realmente no estoy allí, no sé dónde estoy pero no estoy allí, a esta mierda le tendría que echar tres sobres más de azúcar para que me cambiara la vida

te mueres y suena chopin. bebemos cerveza en casa de jorge —un sobreático compartido en aribau con mallorca—, hablamos, reímos, comemos aceitunas y patatas fritas en el sofá, él camina descalzo por el suelo de parquet, bonitos calcetines a rayas negras y blancas, la pared del comedor es verde pistacho, una estantería con dvds, pósters de cine y dos alcayatas vacías, una televisión sin apenas volumen que ondea la mierda de un canal inexistente, marcharé sobre las nueve y bajaré por las escaleras porque no me gustan los ascensores, un hueco por el que cabría un piano de cola, finca regia en el eixample, un buen sitio para vivir, cerca del metro y del trabajo y del centro, asientos en los rellanos del tercer y primer piso, imagino señoras jadeando asustadas y me veo a mí mismo como en un espejo sin tiempo

camino passeig de gràcia en dirección mar, no estoy demasiado orientado, las tiendas cierran y la calle aún está llena de gente, fumo, tengo ganas de llegar a casa, preparar la cena, abandonarme en el césped imaginario de un partido de fútbol, rezar para que la paz sea esférica, messi marcará tres goles, leer un rato antes de dormir

hair shirt, de patrick mceown. la expresión hair shirt significa, literalmente, camisa de pelo, y designa a un tipo de cilicio, es decir: una camisa áspera hecha de crines que uno se pone como penitencia —texto copiado de la página cuatro del libro, nada que objetar—. pienso en los pecados de john y naomi, en los de chris, en los míos propios, me cuesta concentrarme, hiervo pasta, preparo zumo de naranja, míriam descansa en el sofá, está pálida, con ojeras, congestionada por un resfriado que no se irá nunca, noto una losa en la espalda, camino con cuidado, tengo miedo de caerme, soy una oruga que teje y teje una seda de mentiras, que se envuelve con cuidado en ellas, las mariposas nocturnas sólo son gusanos con alas que traen mala suerte

es domingo, son las siete de la mañana, camino en calzoncillos por la casa fría, preparo té en el microondas con una jarra de plástico amarillo, cinco minutos a la máxima potencia y lo que quedaba en el botecito de earl grey, me masturbo mientras hierve el agua, eyaculo en un kleenex, me mojo la mano, necesito concentrarme para apartar los pensamientos más o menos bonitos que me asaltan últimamente y concentrarme sólo en la basura, en recuerdos vagos y violentos, cuesta querer así