jueves, 10 de febrero de 2011

el jueves vacío. las horas en el estudio —sin apenas trabajo, sin apenas motivación— forman agujeros, tumbas, fosas comunes, forman un babi yar que es sólo para mí. cada minuto que pasa es una caverna de platón llena de visiones del infierno, un glory hole por el que mirar asustado, una puerta en la celda, plaga y oscuridad

el mundo es un lugar peligroso, me repito a mí mismo cada vez que respiro fuerte. es una ballena que se come a jonás y un cohete a la luna que estalla en pleno vuelo. es un puñado de palabras dejadas al azar sobre un trozo de papel doblado con cuidado, frases incomprensibles sin las instrucciones previas, la madriguera del zorro y el arca de noé llena de extraños

sólo entiendo la seguridad de estar en casa frente a la pantalla. he vuelto hace un rato de una reunión, la gente habla, toma notas, aporta ideas, debate y acepta, rechaza, se estudia. me concentro en las paredes de color granate y en la mesa negra. pienso en algo que empecé a escribir por la tarde: una sucesión de calles, trayectos por una ciudad, heridas que no cierran, semáforos casi siempre en rojo