domingo, 13 de febrero de 2011

el camino más corto hasta las pistas de esquí es a través del desierto, dice daniel. una línea recta que cruza un paisaje monótono y gris, una pickup toyota negra, nubes bajas sobre una carretera tan vieja como el mundo

una vaca escuálida y dos terneros que no pueden mantenerse en pie por mucho que lo intenten; una hoguera que quema en el esqueleto de una ballena; alguien en el arcén, a lo lejos, que se lanzará bajo las ruedas de la camioneta a nuestro paso

es una mujer de mediana edad vestida con una túnica de color naranja, despanzurrada sobre el asfalto, con el vientre lleno de cachorros de perro que daniel acomodará en la parte de atrás del remolque sobre una manta amarilla. está viva y respira con dificultad. también hay un libro, el anuario de un colegio: la misma mujer mucho más joven, sonriente y con el pelo inusualmente blanco recogido en una cola de caballo ligeramente ladeada. pienso que era joven para tener tantas canas, soy una santa, me dirá ella, soy margot

despierto a las seis de la mañana, desayuno, vuelvo a la cama, intento dormir y lo consigo a trompicones, diez minutos, cinco, busco más paracetamol, me seca la boca, meo una niebla amarilla mientras pienso en esa tía, cómo coño se llama, jillian foxxx