viernes, 28 de enero de 2011

pasan unos minutos de las diez y media de la mañana. nada de lo que he hecho desde que ha sonado el despertador supone un punto de inflexión en mi vida. la tristeza de los últimos días, de las últimas semanas, se condensa en un dolor como de cristal en el recto y náuseas, algo nuevo y inesperado. intentar hablar con la boca llena de saliva sólo me crea más monstruos dentro